viernes, 18 de diciembre de 2009

Mirada sobre el futuro.

Si pudiera ver el futuro, vería una hoja en blanco.
El futuro no está escrito, el destino me lo creo a cada paso. Me gustaría elegir a quienes me llevo para los años venideros, pero es algo que se logra día a día.
Cada día debo elegirte, cada día debes elegirme. Ello lleva a una renovación constante del voto que nos une. Te elegí como amiga cada uno de los días que pasaron hasta hoy. Vuelvo a elegirte hoy amiga. Y mañana? Mañana te eligiré?

martes, 8 de diciembre de 2009

Repasando

El repaso es el recordar que uno ya sabe. El problema surge cuando, a medida que uno supuestamente "repasa", descubre nuevas cosas. Porque significa que en realidad no sabías. Y onda que no estas repasando nada. Estas descubriendo.
Es muy molesto cuando eso te pasa tipo 4.35 am, la noche anterior al examen final. Pero, es inevitable.
Lo más molesto es, cuando pasa eso, que el texto que uno está leyendo, seguramente está subrayado por uno mismo. Eso significa, que en algún momento fue leído. Y que la memoria tiene sus baches... bah... lagunas. O que uno está viejo.
Acabo de descubrir algo muy importante, subrayado (y comentado) por mí. Con mi propia letra. Y, la verdad, es la primera vez que lo leo.
Triste, no?

viernes, 13 de noviembre de 2009

Mirada sobre el llanto

El llanto y mis reacciones a él serán motivo de este análisis.

Físicamente, los cambios son más que notorios. Mis ojos toman un color rojo sangre que hace contraste con el verde de mis iris de manera increíble (ni que fueran colores opuestos, che) que hace pensar que esas tres lágrimas que se escaparon en realidad, fueron tres océanos salados brotándome de los ojos. Cuando lloro se me pone roja la nariz también, recordando la bolita carmesí de los payasos tristes, y los labios no pueden evitar ponerse en un rictus que parece dibujado por una regla, de lo perfecto del trazo. Si lloro, la gente lo nota al instante. Y su pregunta es inmediata: ¿estás bien? Mi voz no me acompaña en esos momentos tampoco, se tiñe de un tono gravoso, salido directamente de ultratumba y temblorosa responde: sí, estoy bien. Ese es el momento en que mis ojos comienzan a lavarse por dentro nuevamente. Mierda.

Emocionalmente, el llanto puede devenir de motivos diversos y por lo tanto, tener consecuencias distintas.

Puedo llorar por una película que tiene un final feliz. Este llanto es corto, tres lágrimas, un snif snif y se acabó. La consecuencia de este llanto es de satisfacción, seguida por un sentimiento de que el mundo está lleno de historias buenas para contar.

También puedo llorar por una historia desgarradora (Paula, de Isabel Allende, creo que lloré tres años de lágrimas en unas 300 páginas). Este llanto viene acompañado de toda especie de sonidos guturales, debe ser sostenido por un pañuelo, toalla o cualquier otro elemento de tela que retenga la humedad. La consecuencia, es un bajón emocional que puede acompañar toda una tarde, pero que en el fondo, te gusta. Esa especie de sado que uno tiene, vió.

Puedo llorar por tristeza. Este llanto es más interno que externo. Llorar por una historia que no fue, por un final, por una desilusión. Por fuera apenas encontramos unas lágrimas huidizas (pero más que suficientes para desatar los efectos físicos del llanto) pero por dentro siento que se me desarman los órganos, disolviéndose en un líquido ácido, que te quema los huesos. Este es el llanto que me nace cuando estoy enojada conmigo misma, más que nada, aunque puede tener otras causas, ajenas al control de uno. Las consecuencias inmediatas implican que cada vez que te descuidas, viene una oleada nueva de llanto, te duele el cuerpo y sentís que el mundo es un lugar oscuro y cruel, con paredes grises que te encierran en una cárcel de opresión emocional. Este tipo de llanto va seguido de frases que van desde "Nunca más confío en nadie" (que nunca crees tampoco, pero que inevitablemente se dice) a "La vida es una rueda" (resignación, lisa y llana); para salir del pozo con un "Bueno, así es la vida" (y seguirá siendo así). Posteriormente, copa de vino en mano, nos damos cuenta que el vino es rojo, las paredes son blancas, la luz existe y da colores a todo, y que si estamos llorando ahora, es porque antes creímos en algo, que esto es vivir, y que si no nos equivocaramos, sería bastante difícil encontrarnos.

El llanto de dolor por la pérdida. No tengo tanta experiencia en este tipo de llanto, ni quiero tenerla. Es un llanto que te desarma, que eventualmente deja de manar, y sin embargo el dolor queda, hasta que uno se acostrumbra a vivir con él. Es un llanto eterno internamente. Pero lamentablemente inevitable.

El llanto por amor. No me refiero al llanto de "quiero a mi novio pero me metió los cuernos" porque ese entra dentro de la categoría "llanto por tristeza" (léase, enojo consigo mismo, desilusión). Me refiero al llanto profundo, que te genera el gesto desinteresado de la gente que te ama y a la que amas. La emoción violenta que te genera el ver al amor actuando. El saber, que pase lo que pase, esa persona te va a seguir amando, sin importarle el desastre que uno pueda ser. Que está orgulloso de vos aunque vos no des dos pasos, sin retroceder uno. Este llanto es imparable. No hay pañuelos ni fuerza de voluntad que pueda frenar esta invasión de agua salada que mana libremente en forma de riachuelo y que corre por tu rostro cual si fuera un valle entre montañas. Es un llanto silencioso. Sólo agua que corre. Y lleva una sonrisa perenne que te va bañando el alma y el cuerpo, liberándote de los despojos de estrés y mala onda. La consecuencia de este llanto es una sensación de llenazón de alma, de reconocer cada uno de los poros del cuerpo como
propio, porque los sentís emanando colores.

Hoy tengo un arcoiris en la piel.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Estrategias para el final de la carrera.

No tengo ganas. Pero debo. Entonces me miento, me engaño y organizo. Necesito un plan que me obligue a cumplirlo. Falta poco camino y tengo que juntar fuerzas para caminarlo, y sin embargo, a cada paso me freno. Dudas. Miedos. Y la consabida inseguridad.

Necesito pensar en esto, sin pensar en esto. Necesito avanzar con una estrategia que me nuble el pensamiento y no me recuerde que se acaba el camino despues de esta curva. Porque es lo que deseé tanto tiempo, y ahora que llega, me achico. Surgen estos deseos encontrados, el seguir adelante y terminar por fin, y el no abandonar la ruta segura.

Los atletas generalmente guardan energía, y al final de la carrera hacen un sprint. Necesito esa estrategia en este momento de mi vida, y lo único que consigo es pensar y pensar. Necesito correr con toda mi fuerza y chocarme contra la cinta que marca el final.

La gente que quiero y la gente que me quiere, no pueden entender este instinto de frenar que me corre por la sangre justo en la última curva, en el último obstáculo. Ellos me quieren ver triunfar, cortar esa cinta con mi cuerpo y festejar el final de la carrera. Quieren que yo sea feliz. Y juro que lo soy. Sé que cuando se acabe el camino, empieza otro. Y ese es el camino que elegí como propio, el camino que me hace sentir viva. Y me hace feliz. Pero ello no quita este miedo que me paraliza.

Por eso tengo estrategias. Las estrategias me habilitan a fintear los obstáculos sin perder el punto de referencia, pero pensando en cada una de las vallas del camino. Son seis las vallas hoy. Tengo que saltarlas de a una por vez, pero anticipándome a la próxima. Seis vallas y se acaba.

Y sin embargo, cada vez que empiezo a agarrar impulso para saltar el primer obstáculo, se me viene a la cabeza la imagen del final. Debo dejar de imaginar. Y empezar a correr. Rápido. Rápido.

lunes, 26 de octubre de 2009

Infatuation.

Sonrisas que no dejan de manar de mi boca. Libido que se exalta a la menor provocación. Sensibilidad extrema a los roces de la ropa, de las sábanas. Súbito despertar de mi cuerpo. Aceptación de vulnerabilidades. Deseo.
Me gusto. Cada vez más.

miércoles, 21 de octubre de 2009

La fidelidad. Un mirar.

La fidelidad es un bicho que no termino de entender.

Digo bicho porque cuando no se bien qué es algo solo quedan dos posibilidades dentro de mi mente: o cosa o bicho. Cosa, no creo que sea, ya que junto a los muchos Derechos Privados que ya cursé (y estudié, y aprendí, y, lo más importante, aprobé) vino un concepto de cosa que no puedo dejar de lado (a fuego me lo metieron, tatuado lo llevo) como objeto material susceptible de tener un valor pecuniario. Evidentemente, la fidelidad no es un objeto material. Mucho menos, es susceptible de tener un valor pecuniario (aunque, pensándolo bien, la infidelidad, probada en juicio, podría tener un valor pecuniario, valor para el receptor de los cuernos, como quien dice... pero esa es la infidelidad, y ahora hablo de la fidelidad, asi que... no). Entonces, fidelidad, como cosa, queda descartada. Lo cual deja, dentro de mi obtusa mente, solo la posibilidad de que sea un bicho. Por lo tanto, continúo mi idea original, la fidelidad, es un bicho que no termino de entender.

Siempre que escucho/leo que "no pasó nada, por respeto a mi novi@", me hierve la sangre. Y no es que sea una libertina ni una moralista, sólo que el hecho de que la frase diga "por respeto al otr@", me saca.

A ver, si tenes ganas... YA FUISTE INFIEL. Así de fácil. Así de corta.

No digo ganas onda "uhhh Paul Bettany está para matarlo" (porque eso es entendible, y verdad). Digo ganas, ganas. Como ese compañerito de la facu que cada vez que lo ves tenés al flautista de Hamelin en la cabeza, regalando cheetos. O esa compañera del laburo que cada vez que pasa cerca... ... no sé... no sé que pasa por la cabeza de los hombres (ni idea, la verdad)... me imagino que no la verán en las mismas posiciones que hace en la oficina... o si.

Retomando, iba por lo de YA FUISTE INFIEL. Con tu novi@, porque la verdad, el/la que te hacia esas cosas en tu mente no era exactamente tu pareja. Y si seguimos el tradicional concepto de fidelidad (que no comparto, pero hasta que no exponga mi teoría, es válido) también se es infiel de pensamiento. Por lo que, más allá de que "respetes a tu novi@" porque "no pasó nada", si existía la posibilidad de que "pase algo" pero te frenaste, por respeto, igual fuiste infiel.

Ahora bien... lo peor de todo no es que le fuiste infiel a otr@, sino que te fuiste infiel a vos. Ahora paso a explayarme en lo que es mi teoría de la fidelidad. Yo pienso que la fidelidad debe ser con uno mismo. O sea... no hay que mentirse a uno mismo. Si estás con alguien, y estás bien con ese alguien, no te van a dar ganas de estar con otro alguien. Se te puede aparecer Paul Bettany en pelotas diciéndote que sos el amor de su vida (jajaja, si seguro) y no se te va a mover un pelo. Lo vas a mirar, obvio. Y remirar. Pero el peinado, ni se enteró. Pero, y acá viene lo de ser fiel con uno mismo, si te dan ganas... es porque no estás tan bien. Y llegó el momento de preguntarte ¿qué onda esto? Y, por sobre todas las cosas, de decidir. Decidir mejorar las cosas, o decidir terminarlas. O cambiarlas. O lo que sea. Pero no de mentirse a uno mismo, diciendo "por respeto" al otr@. Sino de respetarse y decirse la verdad. De frente.

martes, 20 de octubre de 2009

Sobre la nece(si)dad de saber las respuestas

Una de mis manías es la necesidad imperiosa de saber las respuestas. No es que sepa todo, ni cerca, pero cada vez que me preguntan algo, o me pregunto a mi misma algo, necesito saberlo. Averiguarlo. Me molesta en demasía el ignorar algo particular. Algunas veces me genera insomnio la falta de una respuesta. No es que vaya a cambiar mi vida el saberlas, no son preguntas que vayan a resolver un enigma del mundo, no salvarán vidas mis respuestas, no generarán una revolución paradigmática ni serán la base a alguna doctrina que genere controversias en el mundo académico. Son simples respuestas a simples preguntas. La gente generalmente las da por sentadas, o no se preguntó jamas esa pavada. Pero me persiguen esas preguntas. Y me carcomen el cerebro. Por ahi juego a ignorarlas. Hay preguntas que aún no he podido responderme, y para evitar la maquinación nocturna intento pensar en otras cosas. Pero aparentemente mi mente tiene varios niveles. Puedo en un primer nivel estar pensando en una pared blanca blanca blanca, sin ninguna imperfección (porque me recomendaron que piense en eso cuando no me puedo dormir, hasta ahora nunca funcionó, pero bueh...) y por debajo de esa pared se me aparece la ignorancia del día... casi casi se pinta la pregunta en esa pared inmaculada, en forma de un grafitti, manchándome mi creación mental con una explosión de colores violentos que me despeina el intento de sueño. Hay preguntas que me persiguen desde hace años, a las que ya estoy aprendiendo a meter en cajitas donde tendrían, en teoría que quedarse, quietitas y sin hacer alboroto, hasta que algún día tenga la ansiada respuesta. Hoy, la pregunta es una metapregunta. Es una pregunta sobre las preguntas, un metalenguaje. ¿Podré ignorarla?

lunes, 19 de octubre de 2009

Irrealidad

Desde que lo miro me nace un nosequé desde acá adentro que no puedo controlar. Lo miro lo miro lo miro... y me genera una inquietud física, un deseo táctil que se limita por la irrealidad de su existencia. Porque si sólo existe en mi mente es irreal. Ya aprendí con Descartes que sólo las sensaciones son lo real, y que los sueños me mienten. Pero lo miro. Y lo sueño. Y lo que aprendí me lo olvido y ya no sé que hacer con este mar oleándome en el pecho. Y sueño con que el límite de lo táctil se supera. Y que el mar por fin ahoga los miedos y las reservas. Pero los sueños me mienten y solo lo real es real. Si no es real, no es real. Eso es una tautología, es tan simple, es tan obvio, es una redundancia. ¿Porqué insisto en bañar de realidad una irrealidad? ¿Seré idiota acaso?
Ahhh pero lo sueño y es real. Y lo miro, y es real. Y lo pienso, y es real.
Maldigo las contradicciones que abarco.