lunes, 14 de junio de 2010

Egoísmo y catarsis.

No quiero ser más la buena chica. Me cansé de ponerme en el lugar del otro, de pensar en perspectiva. Quiero tomar las decisiones en foma egoísta, quiero ser capaz de decir un "andate a la mierda" cuando se me cruce la idea por la cabeza. Basta ya de autocontrol, quiero placer ilimitado, sin pensar en las consecuencias. Reaccionar como se me ocurra, arrojar muebles si es lo que deseo. Decir las cosas sin cuidarme el corazón y sin el "qué pensará de mí". Definitivamente, me cansé de entender al otro, porque al final de cuentas, a mí nunca me entienden. Me cansé de no enojarme a los gritos, de no arrancar pelos y no pegar puñetazos. No más buena onda inmerecida, no más comprensión, no más control de emociones. Quiero romper con mis esquemas de estructuras sociales y correctismo.
Y si ya no quiero, no buscar excusas, decirlo de frente y gritando: No te quiero en mi vida, tu presencia es perniciosa. Y si sí quiero, también gritarlo: Quedate a mi lado, mirame a los ojos, aferrate a mis manos que vamos a volar.
Me cansé de cuidarme el corazón de emociones fuertes y cuidarme el nombre de rumores débiles, porque al final solo me llevo los recuerdos, y hasta ahora solo me arrepiento de las cosas que no hice.

lunes, 7 de junio de 2010

Diálogo muerto

Ella tiene los ojos muy abiertos y los labios apretados sobre cada palabra que se escapa. Él no la mira a los ojos, buscando lugares donde esconderse de sus acusaciones y reproches. Ella mueve las manos cuando habla, buscando en el aire los conceptos que no puede expresar. Él se ríe a veces y mueve la cabeza en un no eterno, que ella ignora.
Están sentados en un bar, con dos cafés entre ellos. Uno amargo, el otro muy dulce. Ella quiere irse pronto, porque sabe que no importa qué diga cada uno, que las cartas se echaron y que no hay vuelta atrás. Él también se quiere ir, odia las confrontaciones y prefiere que el tiempo arregle las cosas que se pueden arreglar o rompa aquellas que no tienen futuro.
Ella cree en la palabra. Él cree en los silencios.
Ella se queda callada mirando alrededor, quiere irse, no hay nada que salvar. Él le dice palabras bañadas en su café dulzón pero ella sabe que son cáscaras vacías, rellenas de aire y cubiertas de miel. Le toma la mano y le dice algo sobre las apariencias y la realidad y su distancia. Ella sonríe con pena en los ojos, le dice algunas cosas sobre los tiempos de cada uno, sobre las diferentes épocas y las distintas prioridades. La besa en los labios y murmura entredientes. Ella le dice que sí. Que lo quiere. Pero que no. Que no hay futuro.