miércoles, 13 de noviembre de 2013

Historias de la sala de espera II - Maru y Juan

 Me imagino trabajando en una terapia intensiva y me dan escalofríos. Siempre atentos, siempre alertas, la muerte dando vueltas a tu espalda todo el tiempo... peleando por la vida de un desconocido, mano a mano, a ciegas y sin plan B.

 Creo que muy pocas cosas hay que puedan sorprender ya a un enfermero de terapia. Lo han visto todo... o casi todo.

Juan estaba dormido. Le habían hecho una biopsia en el cerebro para ver qué le causaba esa somnoliencia, ese desconecte de la realidad. Los peores diagnósticos ya habían pasado volando de boca en boca de los médicos, que tumor, que inoperable, que lesiones cerebrales. Juan seguía dormido. Un drenaje mantenía los líquidos cerebrales en un nivel coherente. Pero Juan estaba dormido.

Maru es la esposa de Juan desde hace poco más de un año. Lleva a su cuello un rosario de piedras azules y varias cruces que la protegen. En su rostro una sonrisa contagiosa y amigable.

Las enfermeras de la noche, a veces, si la terapia está tranquila, te dejan quedarte un rato más de esa efímera hora en la que se permite visitar a los internados. Esa noche la terapia estaba tranquila.

Maru estaba, después de hora, parada al lado de Juan, mientras él dormía sosteniéndole una mano. El trajín de las enfermeras  cesó momentáneamente, los únicos sonidos eran los pips de los monitores, y la voz de Maru. Las enfermeras dejaron de trabajar, para escucharla. Levantaron la vista, para robarse la escena, quemada en sus memorias para siempre. Sus manos laboriosas detenidas en el aire unos segundos, escuchando la plegaria de amor de ellos...

Amor mío, si me escuchas, move los ojos. Amor, si me escuchas sonreí. Amor por favor mirame, move los ojos, apretame la mano. Amor por favor mirame. Si me escuchas mirame. Si me escuchas, amor, move los ojos. Escuchame, sonreí, mirame. Amor, por favor escuchame. Move los ojos. Mové los dedos. Escuchame. Mirame.

Un instante eterno de mutismo, una alarma de un monitor.

El encantamiento había pasado, las enfermeras retomaron su labor.

El lunes pasado Juan y Maru se fueron de alta. Su bello durmiente, despertó.